Trascendental, en la acepción positiva que presentamos, es la característica de aquellas determinaciones que, aun habiendo comenzado en un tiempo y lugar positivo del mundo de nuestra experiencia, lejos de permanecer en la inmanencia de su lugar y tiempo de origen, desbordan los límites de ese lugar y origen y, por recurrencia (por tanto, a posteriori, no a priori), van determinando constitutivamente a sucesivos círculos de la realidad y, en el límite, al mundo en general. Además, mientras que la trascendentalidad metafísica (que sólo puede ser postulada) tenía lugar en un formato isológico [36] (analógico en los escolásticos; unívoco atributivo en Kant, al menos en lo que se refiere al espacio y tiempo), la trascendentalidad positiva no implica formalmente la isología, porque el proceso de recurrencia puede ser evolutivo y, por tanto, puede conducir a variaciones que son efectos de las determinaciones trascendentales y que, por tanto, siguen siéndolo en sus efectos y no necesariamente en la permanencia de una estructura (tampoco el «género plotiniano» se mantiene en sus especies porque se reproduzca unívocamente en ellas; pues estas son del mismo género, no tanto por su parecido, sino por proceder de la misma estirpe: «la raza de los heráclidas pertenece al mismo género no porque ellos se parezcan entre sí sino porque proceden del mismo tronco»). La idea de transcendentalidad positiva es una generalización de una acepción española muy antigua que podemos advertir, por ejemplo, en las obras de don Antonio Llorente, que fue secretario general de la Inquisición en los días de la invasión napoleónica: «Doña Isabel de Vivero fue condenada en el auto de fe de Valladolid a infamia trascendental a sus descendientes». Según esto, cabría interpretar el pecado original de la teología católica clásica, como un pecado «trascendental a toda la humanidad», en tanto que conjunto de los «hijos de Adán», que han ido recibiendo, de modo recurrente, ese pecado de origen (no es un pecado que permanezca en el seno de Adán, ni tampoco es un pecado a priori, transcendental, en el sentido de la interpretación que ofreció Kierkegaard en su Concepto de la Angustia). El espacio y el tiempo newtoniano-kantiano (que atribuyen uniformemente a todos los hombres) no son trascendentales a los hombres de las diversas culturas, pero sí pueden ser trascendentales, en sentido positivo, en la medida en que los esquemas de una cultura van imponiéndose a los de las demás y a todo contenido. Asímismo, podrá decirse que en la escritura fue trascendental el descubrimiento del símbolo 0, del mismo modo a como en la técnica fue trascendental el descubrimiento del fuego («el fuego hizo al hombre», es decir, sin fuego el homínido no hubiera sido hombre). Un caso especial de el uso de la idea de transcendentalidad positiva nos lo ofrece la transcendentalidad de una relación. Una relación R ha de comenzar estableciéndose a partir de un término A hacia otro u otros B, C, D, E; pero ocurre a veces que el término A se muestra tan vinculado a la relación que él desaparece si desaparece la relación R; por tanto diremos que R es transcendental a la mera posición de A como término de la relación, pues constituye a A, aunque haya comenzado a brotar de A. {TCC 1441-1442 / → SV 49-55}
<<< Diccionario filosófico >>> Pelayo García Sierra · Biblio
Deja que tu Conciencia salga hacia los reinos de la naturaleza, hacia los cuerpos celestes, hacia los Seres Humanos, hacia las almas, y hacia los animales.
Deja que tu conciencia corra, que fluya hacia el núcleo del ser contenido en toda la existencia.
Así como la abeja penetra profundamente en el cáliz de una flor, deja también que tu conciencia penetre profundamente en tu existencia.
No te contentes con la envoltura, con la simple materia.
Deja que en tu interior, tu sensación despierte, tu conciencia fluya hacia afuera y que penetre profundamente en los reinos de la naturaleza, en los cuerpos celestes, y en toda la existencia.
Entonces se abrirá en ti el núcleo de Ser de la Vida, que es el verdadero Yo Soy.
Desaparecerán temores y preocupaciones, y la muerte ya no tendrá mas sombras, ya que habrás traspasado la materia.
3 comentarios:
Trascendental, en la acepción positiva que presentamos, es la característica de aquellas determinaciones que, aun habiendo comenzado en un tiempo y lugar positivo del mundo de nuestra experiencia, lejos de permanecer en la inmanencia de su lugar y tiempo de origen, desbordan los límites de ese lugar y origen y, por recurrencia (por tanto, a posteriori, no a priori), van determinando constitutivamente a sucesivos círculos de la realidad y, en el límite, al mundo en general. Además, mientras que la trascendentalidad metafísica (que sólo puede ser postulada) tenía lugar en un formato isológico [36] (analógico en los escolásticos; unívoco atributivo en Kant, al menos en lo que se refiere al espacio y tiempo), la trascendentalidad positiva no implica formalmente la isología, porque el proceso de recurrencia puede ser evolutivo y, por tanto, puede conducir a variaciones que son efectos de las determinaciones trascendentales y que, por tanto, siguen siéndolo en sus efectos y no necesariamente en la permanencia de una estructura (tampoco el «género plotiniano» se mantiene en sus especies porque se reproduzca unívocamente en ellas; pues estas son del mismo género, no tanto por su parecido, sino por proceder de la misma estirpe: «la raza de los heráclidas pertenece al mismo género no porque ellos se parezcan entre sí sino porque proceden del mismo tronco»). La idea de transcendentalidad positiva es una generalización de una acepción española muy antigua que podemos advertir, por ejemplo, en las obras de don Antonio Llorente, que fue secretario general de la Inquisición en los días de la invasión napoleónica: «Doña Isabel de Vivero fue condenada en el auto de fe de Valladolid a infamia trascendental a sus descendientes». Según esto, cabría interpretar el pecado original de la teología católica clásica, como un pecado «trascendental a toda la humanidad», en tanto que conjunto de los «hijos de Adán», que han ido recibiendo, de modo recurrente, ese pecado de origen (no es un pecado que permanezca en el seno de Adán, ni tampoco es un pecado a priori, transcendental, en el sentido de la interpretación que ofreció Kierkegaard en su Concepto de la Angustia). El espacio y el tiempo newtoniano-kantiano (que atribuyen uniformemente a todos los hombres) no son trascendentales a los hombres de las diversas culturas, pero sí pueden ser trascendentales, en sentido positivo, en la medida en que los esquemas de una cultura van imponiéndose a los de las demás y a todo contenido. Asímismo, podrá decirse que en la escritura fue trascendental el descubrimiento del símbolo 0, del mismo modo a como en la técnica fue trascendental el descubrimiento del fuego («el fuego hizo al hombre», es decir, sin fuego el homínido no hubiera sido hombre). Un caso especial de el uso de la idea de transcendentalidad positiva nos lo ofrece la transcendentalidad de una relación. Una relación R ha de comenzar estableciéndose a partir de un término A hacia otro u otros B, C, D, E; pero ocurre a veces que el término A se muestra tan vinculado a la relación que él desaparece si desaparece la relación R; por tanto diremos que R es transcendental a la mera posición de A como término de la relación, pues constituye a A, aunque haya comenzado a brotar de A. {TCC 1441-1442 / → SV 49-55}
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Pelayo García Sierra · Biblio
Sobre lo que es Trascendental en cuanto a pensamientos, escritura, filosofia de vida, etc.
En ti, en tu vida,
está oculta la Eternidad.
Deja que tu Conciencia salga
hacia los reinos de la naturaleza,
hacia los cuerpos celestes,
hacia los Seres Humanos,
hacia las almas,
y hacia los animales.
Deja que tu conciencia corra,
que fluya hacia el núcleo del ser
contenido en toda la existencia.
Así como la abeja penetra profundamente
en el cáliz de una flor,
deja también que tu conciencia
penetre profundamente en tu existencia.
No te contentes con la envoltura,
con la simple materia.
Deja que en tu interior,
tu sensación despierte,
tu conciencia
fluya hacia afuera
y que penetre profundamente
en los reinos de la naturaleza,
en los cuerpos celestes,
y en toda la existencia.
Entonces se abrirá en ti
el núcleo de Ser de la Vida,
que es el verdadero Yo Soy.
Desaparecerán temores y preocupaciones,
y la muerte ya no tendrá mas sombras,
ya que habrás traspasado la materia.
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